Entre el otorrinolaringólogo y el logopeda hay una vinculación muy importante a la hora de evaluar y asegurar el buen desarrollo del habla y/o lenguaje en los niños.
En cada etapa evolutiva el niño/a debería ser capaz de conseguir unas metas preestablecidas.
En cualquier caso que éstas no se alcanzaran, habría que hacer una buena exploración, en primer lugar por parte del otorrinolaringólogo y después por el logopeda. A continuación detallamos los signos de alarma.
De 0 a 1 año:
-Niño excesivamente tranquilo
-No gira la cabeza ante ruidos fuertes
-No emite sonidos articulados
De 1 a 2 años:
-No reconoce su nombre
-No comprende órdenes sencillas
-No ha empezado a hablar
De 3 a 4 años:
-Cuando se le pregunta contesta con frecuencia «qué?»
-No es capaz de construir frases de 3 o más palabras
-No sabe explicar lo que le pasa
En general:
-Niño introvertido, distraído o agresivo
-Retraso en el aprendizaje escolar
-Dudas de los padres o maestro sobre la audición del niño
Es primordial poder descartar cualquier tipo de problema auditivo, que sería seguro una causa importante de retraso en la adquisición del lenguaje. Según la edad del niño utilizaremos un método u otro para hacerlo.
En niños de menos de 3 años habitualmente recomendamos hacer unos Potenciales Evocados Auditivos de estado estable (PEAee) donde el niño no participa propiamente, pero que permite evaluar todas las frecuencias auditivas y determinar el umbral exacto. De todos modos hay que hacer una exploración ortoscópica previa a fin de descartar la obstrucción del conducto auditivo o bien las otitis serosas, que deberían tratarse antes.
En niños/as de 3 a 7 años proponemos la audiometría tonal infantil (peep show). Se trata de un estudio en el que participan con mucho entusiasmo y de manera muy fiable, dado que lo viven como un juego, en el que cuando reciben el estímulo sonoro saben que pueden poner en marcha un pequeño tren que rueda dentro de una maqueta. Sin embargo algunos de los niños mayores también pueden colaborar y dejarse hacer la audiometría tonal en cabina insonorizada como los adultos.
También habrá la exploración otorrinolaringológica para descartar la obstrucción de las vías respiratorias altas, provocada por vegetaciones adenoides y/o amígdalas palatinas hipertróficas (muy grandes), que dificultarían el lenguaje al ocasionar alteraciones en la pronunciación, y al mismo tiempo suelen ser la causa del problema ventilatorio de los oídos que lleva a la formación de moco y la consecuente falta auditiva. En estos casos sería necesario plantear una intervención para extraer las vegetaciones (adenoidectomía) y reducir las amígdalas palatinas, lo que hacemos habitualmente con láser, de manera sencilla y prácticamente ambulatoria, y a menudo en el mismo momento poner los tubos de ventilación transtimpánicos (drenajes) en los oídos.
En cuanto a las pérdidas neurosensoriales (nervio), definitivas, se deberá recomendar según el grado de severidad, la adaptación de prótesis auditivas (audífonos) o requerir en casos profundos los implantes cocleares.
Descartado o concretado, y en este caso tratado, cualquier problema otorrinolaringológico, se iniciarán las sesiones de logopedia. El logopeda decidirá la frecuencia de estas y tipo de rehabilitación en función de cada caso.
Como conclusión decir que en todos los casos de retraso del habla o adquisición del lenguaje, dejando de lado las causas de origen neurológico, una vez hecha la evaluación y propuesta terapéutica por parte del otorrinolaringólogo, será necesaria una ayuda logopédica.